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jueves, 14 de febrero de 2019

VIDAS REBELDES

(The misfits, 1961)

Dirección: John Huston
Guion: Arthur Miller

Reparto:
- Clark Gable: Gay Langland
- Marilyn Monroe: Roslyn Taber
- Montgomery Clift: Perce Howland
- Eli Wallach: Guido
- Thelma Ritter: Isabelle Steers
- James Barton: Fletchers Grandfather’s
- Kevin McCarthy: Raymond Taber
- Estelle Winwood: Church lady collecting money

Música: Alex North
Productora: Seven Arts Production

Por Jesús Cendón. NOTA: 9

“Malditos sean los que han cambiado esto. Lo han envenenado todo y lo han manchado todo con sangre. Para mí ha terminado. Es… es tanto, tanto como extinguir un sueño. No hay más remedio que buscar otra manera de seguir viviendo. Si es que queda alguna todavía”. Gay a sus compañeros tras haber liberado a los caballos capturados.


Desde finales de los años cuarenta y durante toda la década siguiente los EEUU vivieron una época de crecimiento ecónomico sin paragón que asentaría a una clase media perfectamente identificada con la denominada American Way of Life basada en el bienestar material. Pero al mismo tiempo comenzaron a surgir los primeros movimientos contestatarios protagonizados por jóvenes que desembocaron en los sesenta en la revolución contracultural; así como se dieron los primeros pasos en pro de los derechos de la población negra (1). Además, tanto la traumática vuelta de los soldados tras la Segunda Guerra Mundial y sus problemas de adaptación, como el resultado de la Guerrra de Corea dejaron un poso de amargura en la sociedad estadounidense, al que se añadió el temor fundado a un posible conflicto nuclear. Todo ello hizo que en cierta medida los estadounidenses perdieran su inocencia, hecho que se reflejó en el cine y particularmente en el wéstern, abandonándose las visiones más heróicas y simplistas sobre la construcción de los EEUU protagonizadas por personajes inmaculados que, a partir de esta década, fueron sustituidos por otros con más aristas cuyos actos se basaban en motivos más complejos, al mismo tiempo que se empezó a cuestionar el mito fundacional. Hollywod, asimismo, comenzó a preguntarse sobre el destino de aquellos cowboys que ayudaron a construir el país en el siglo XIX, filmándose películas que, a pesar de contener rasgos propios del género, se situaban fuera de su marco temporal (aproximadamente desde 1840-50 hasta la Revolución mexicana de principios del siglo XX). Este tipo de cintas son en su conjunto amargas y nostágicas, con un tono marcadamente crepuscular. Rasgos que se acentuarían en la década siguiente.



Dentro de esta corriente de filmes que mantenían las esencias del wéstern y entroncaban con su iconografía, aunque estaban imbricadas con otros géneros y se desarrollaban en época contemporánea, además de abordar la figura de los antiguos cowboys, destacan, por citar algunos títulos rodados durante los años 50 y a comienzos de la siguiente década, “Hombres errantes” (Nicholas Ray, 1952), centrada en el mundo de los rodeos contemplados como último reducto de los antiguos cowboys; “Arena” (Richard Fleischer, 1953), experimento en 3D igualmente ambientada en el universo del rodeo; “Conspiración de silencio” (John Sturges, 1955), con un fuerte componente de denuncia social; el thriller “Sangre en el rancho” (Jack Arnold, 1956); “Bus Stop” (Joshua Logan, 1956), que con un tono desenfadado nos presentaba a un vaquero cuyos valores resultaban anacrónicos; la monumental “Gigante” (George Stevens, 1956), sobre la decadencia de un imperio ganadero en detrimento de los pozos petrolíferos, signo de los nuevos tiempos; “Tres vidas errantes” (Fred Zinneman, 1960) que, aunque situada en Australia, no sería demasiado descabellado incluirla en este grupo; la extraordinaria “Los valientes andan solos” (David Miller, 1962), con un vaquero incapaz de adaptarse a los tiempos modernos; el drama protagonizado por una familia de rancheros basado en la magnífica novela de Larry McMutry “Hud, el más salvaje entre mil” (Martin Ritt, 1963); o “Los desbravadores” (Burt Kennedy, 1965), comedia protagonizada por dos cowboys maduros.



Formando parte de este tipo de cintas se encuentra “Vidas rebeldes”, una historia de perdedores, individuos tan queridos por su director, que, como las piezas del puzle de los títulos de crédito, buscan su encaje en un mundo cambiante y hostil; en un sistema deshumanizado donde prima el materialismo que rechaza o abandona a todo aquello que no le es útil, como queda simbolizado en los cementerios de automóviles en los que estos esperan su turno para ser desguazados.



ARGUMENTO: Tras divorciarse en Reno, Roslyn conoce a Gay, un maduro cowboy, y a su socio Guido con los que establece una relación de amistad. A ellos se le añadirá Pearce, un vaquero que malvive de los premios obtenidos en los rodeos. Juntos decidirán capturar unos caballos salvajes localizados en las montañas.



Si hay un calificativo para esta película producida por John Huston para la recientemente creada Seven Arts (2) es el de maldita, al tratarse del último filme rodado por sus dos protagonistas. Clark Gable no vería su estreno al sufrir un infarto dos días después de finalizar su filmación, falleciendo una semana más tarde; mientras que a Mariyn Monroe tan sólo le dio tiempo para rodar algunas escenas de la que hubiera sido su nueva cinta, “Something’s got to give” dirigida por George Cuckor, al aparecer muerta en extrañas circunstancias en su apartamento de Los Angeles. Incluso Montgomery Clift, pese a su juventud, aparecería únicamente en tres películas más mostrando su deteriorado estado físico.



Además el rodaje del filme fue un verdadero infierno y no solamente por las duras condiciones climatológicas. Así Arthur Miller, autor del guion, propuso constantes cambios en el libreto chocando constantemente con Gable y Huston, quien comenzó a desentenderse del material rodado mostrando más interés por las posibilidades ofrecidas por Nevada para satisfacer su pasión por el juego. Mientras que Marilyn Monroe, afectada por sus crecientes problemas matrimoniales con Miller (3), solía acumular retrasos y se presentaba en el set de rodaje aturdida por el abuso de barbitúricos, incluso tuvo que ser ingresada en un hospital durante dos semanas. Todo ello le llevó en plena desesperación a “El Rey” a afirmar, desgraciadamente de manera profética, que la actitud de la actriz le iba a provocar un infarto. Por su parte Montgomery Clift continuaba su peculiar proceso autodestructivo caracterizado por el abuso del alcohol y las drogas (4); incluso, a pesar de que inicialmente había congeniado con Clark Gable, llegó a tener un encontronazo serio con la madura estrella en el que esta le echo en cara su condición sexual.

Pero aparquemos las dificultades surgidas durante su rodaje y centrémosnos en el filme.



El guion de la película, recientemente editado por la editorial Tusquets, se basa en una experiencia vivida por el propio dramaturgo en Reno, ciudad eminentemente industrial pero en la que todavía se podían encontrar cowboys auténticos, donde presentó la demanda de divorcio de su primera esposa. Igualmente, para construir el principal personaje femenino se inspiró en su actual mujer, de tal forma que prácticamente es imposible disociar a Roslyn de Marilyn. Así, personaje y actriz se funden en un sólo ser ya desde la primera escena en la que nos presentan a una Roslyn incapaz de recordar las escasas frases de su declaración de divorcio, para a lo largo del filme irnos desgranando las características tanto de su personalidad como de su vida lastrada por sus fracasos sentimentales al buscar en sus relaciones la protección que nunca tuvo de su padre, de ahí que se enamore en el filme de un hombre mucho más mayor (5). Roslyn se nos va a revelar como una mujer insegura, ingenua, aparentemente simpática y alegre pero en realidad tendente a la amargura y a la melancolía (Gay , de hecho, le dirá. “Eres la persona más triste que he visto”), de una sensibilidad extrema lo que la llevará a “adoptar” como si fuera un hermano pequeño a Perce y con una notable capacidad para la empatía no sólo con los humanos sino con cualquier ser vivo. Un ser que arrastra el dolor de no haber importado nunca a alguien lo suficiente al haber atraído hasta ese momento a los hombres exclusivamente por su físico (llega a comentar a Gay “Nadie tuvo tiempo para darme cariño”); y sólo el maduro Gay sabrá bucear en su interior y conocer a la verdadera Roslyn. En este sentido cobra gran importancia una cruel escena en un saloon como ejemplo de una sociedad superficial tiranizada por las apariencias e incapaz de apreciar más allá de estas.

Pero no sólo Marilyn comparte muchos elementos en común con Roslyn, sino que la situación de los dos interpretes masculinos principales se asemejaba bastante a la de sus personajes.



Por una parte, Gay Langland, incapaz de adaptarse al mundo contemporáneo, es un hombre en plena decadencia que, incluso como se muestra en la escena de su presentación, ha llegado a vivir de la mujeres; pudiéndose establecerse cierto paralelismo con la situación de Clark Gable intentando adaptarse a un Hollywood caracterizado por sus constantes cambios y cuya carrera, tras haber conseguido el actor romper el contrato que le ligó durante veinticinco años con la Metro descontento con los papeles que la major le ofrecía, comenzaba un lento y lógico declive; por lo que para intentar mantener su estatus de estrella tuvo incluso que acudir a su buen amigo Raoul Walsh con quien rodó de forma continuada tres filmes en otros tantos años, entre ellos el magnífico “Los implacables”. Langland-Gable es, por tanto, un dinosaurio, un representante de una época pasada y, como tal, un ejemplar en extinción.



Mientras que Perce Howland es un individuo empeñado en destrozarse física y emocionalmente al igual que le ocurría a Montgomery Clift, quien, con una personalidad atormentada entre otros motivos por su homosexualidad nunca asumida, continuaba, como señalé anteriormente, con su proceso de aniquilamiento basado en la ingesta descontrolada de alcohol y drogas. Un proceso acentuado tras el grave accidente automovilístico (6) sufrido durante el rodaje de “El árbol de la vida” (Edward Dymytryk, 1957) que estuvo a punto de costarle la vida y le desfiguró el rostro. Su estado era tal que Marilyn llegó a afirmar sobre él que era:“La única persona que conozco que está peor que yo”.



Sin duda las semejanzas existentes entre los personajes y las vidas de sus interpretes redundaron en la autenticidad de las interpretaciones del trío protagonista no dudando en desnudar sus almas en el filme y ofreciéndonos un trabajo inolvidable, emotivo y desgarrador, como si estuvieran liberando sus miedos a modo de catarsis emocional, sobre todo Marilyn. De hecho Huston llegó a afirmar sobre la estrella que no parecía actuar en ningún momento sino que tan sólo se limitó a buscar en su interior.



En definitiva, con “Vidas rebeldes”, estamos contemplando a un Gable luchando contra el paso del tiempo, a una Marilyn pidiendo desesperadamente cariño y a un Clift autodestruirse.

Otros dos personajes se unen al trío protagonista:



- Guido, al que dio vida un excelente Eli Wallach, es otro inadaptado y antiguo socio de Gay cuya vida se vio definitivamente rota con la muerte de su esposa embarazada. A pesar de trabajar como conductor de una grúa es incapaz de de echar raíces y asentarse en un lugar. Símbolo de su carácter nómada, como el de los antiguos cowboys, es su rancho a medio construir que, probablemente, nunca concluirá.



- Isabelle, interpretada por una maravillosa Thelma Ritter, una mujer lastrada por sus fracasos matrimoniales y gran apoyo emocional durante la primera parte de la cinta de Roslyn. Lástima que desaparezca muy pronto.

Con estos cinco seres marginados la pareja formada por Huston y Miller construyó un retrato descarnado de la sociedad estadounidense de finales de la década de los cincuenta, desarrollando el relato a través de varios ejes temáticos:



- La soledad. Como apuntó en su día Julián Marías la película analiza el tema de la soledad como “forma de la vida humana, como amenaza sobre hombres y mujeres” al establecerse contactos caracterizados por su precariedad y fugacidad. Los cuatro protagonistas del filme son individuos solitarios que buscan algo de calor en la compañía siempre efímera de otros semejantes. Situación perfectamente resumida por Perce al confesar que: “No tengo a nadie con quien hablar”.



- La búsqueda de la felicidad. Muy ligado al tema anterior, esta cuestión queda sintetizada por Roslyn al afirmar que: “Mi problema es que nunca me dura la felicidad, siempre condenada a estar sola. Desde pequeña”.



- La libertad o más en concreto el precio a pagar por ella. Los personajes de la película rechazan los convencionalismos sociales y las reglas establecidas, negándose a renunciar a su vida caracterizada por la independencia. Así, constantemente tanto Gay como Perce y Guido hacen alusión a que “cualquier cosa es mejor que un empleo”. Son, en definitiva, igual que los caballos (7) que están dispuestos a capturar, ya que como ellos fueron antaño piezas cruciales para conquistar un país que en la actualidad los ignora y termina por fagocitarlos. Respecto a este tema cobra gran importancia la escena del desierto, símbolo de la soledad e incomunicación de los personajes, en donde son tentados por el sistema del que abobinan a cambio de la promesa de la obtención de unos beneficios fáciles y de una falsa recuperación de su modo de vida pero que en realidad supone la prostitución de su oficio. Tentación que pondrá a prueba sus más arraigados principios y convicciones. De hecho la liberación del garañón por parte de Gay implica un último acto de rebeldía, de afirmación de su independencia.



- El desarraigo tanto físico como emocional, al tratarse de personajes que vagan sin un rumbo fijo en un tiempo que no les pertenece y, al mismo tiempo, carecen de asideros emocionales presentando graves carencia afectivas. En este sentido es fundamental la escena nocturna en la que bajo los efectos del alcohol mostrarán sus miedos, miserias y demonios interiores. Así Gay se nos presenta como un individuo incapaz de mantener una relación normalizada con sus hijos a los que desde hace un año no ha visto, terminando por confesar a Roslyn que: “Me siento viejo y no valgo nada”. Perce aparece como un hombre sensible incapaz de superar la muerte de su padre y, sobre todo, el cambio de actitud de su madre hacia él tras haberse casado de nuevo. Y Guido revela a Roslyn el trauma que le provocó la guerra y su más absoluta soledad, suplicando su ayuda al preguntarle “¿Qué hay que hacer para que a uno le quieran?”. Son seres con la amargura cosida al corazón pero que, a pesar de haber sido tratados duramente por la vida, no se rinden y siguen buscando incansablemente su lugar en el mundo. De ahí el final, aparentemente feliz, con Roslyn apoyada en el hombro de Gay mientras su camioneta penetra en la oscuridad de la noche con las estrellas del firmamento como único guía.

“Vidas rebeldes” es, en definitiva, un filme que muestra con toda su crudeza el desencanto y la frustración de la generación estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial; una generación que, como afirmó reiteradamente John Huston, había perdido el sentido de su existencia.


(1) En 1955 Rosa Parks se negó a ceder su asiento del autobús a un pasajero blanco desencadenando un largo boicot, tras su juicio, a las líneas de autobuses que culminaría con la abolición de la ley local en Montgomery sobre la segregación de la población blanca y negra.

(2) John Huston volvería a colaborar con esta productora tres años después en la excelente “La noche de la iguana” basada curiosamente en la obra de otro dramaturgo, en esta ocasión Tennesse Williams.

(3) Arthur Miller conocería en el rodaje a la fotógrafa austriáca Inge Morath con la que contraería nupcias inmediatamente después de divorciarse de Marilyn Monroe. Su matrimono duraría hasta el fallecimiento de su esposa en 2002.

(4) Cuando expiró Montgomery Clift en 1966, con tan sólo 45 años, en la meca del cine se llegó a afirmar que “Había sido el suicidio más largo en la historia de Hollywood”.

(5) No creo que la elección de Clark Gable, ídolo de la infancia y juventud de Norman Jean, fuera casualidad. Acentuándose con ello, una vez más, las semejanzas entre interprete y personaje interpretado.

(6) Incluso en la famosa escena de la cabina se alude a un accidente de Perce que, como en el caso del actor, desfiguró su rostro.

(7) Los equinos simbolizan generalmente la libertad y la virilidad, de ahí el paralelismo con los protagonistas del filme.

jueves, 3 de marzo de 2016

RÍO ROJO

(Red River) - 1948
Director: Howard Hawks
Guion: Borden Chase

Intérpretes:
- John Wayne: Tom Dunson
- Montgomery Clift: Matt Garth
- Walter Brennan: Groot
- Joanne Dru: Tess
- John Ireland: Cherry Valance

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: United Artist
País: Estados Unidos


Por: Güido MalteseNota: 9

Tom Dunson: "Eres blando, debiste dejar que me mataran, porqué yo te mataré a ti, daré contigo, no se cuando, pero te daré alcance, y cada vez que mires atrás creerás verme, algún día me encontrarás detrás de ti Matt, y ese día te mataré"


El amargado, duro y férreo Tom Dunson y su amigo Groot deciden separarse de la caravana en la que viajan para encontrar tierras en las que criar ganado. Poco después la caravana es asaltada por los indios y descubren que la amada de Tom ha muerto.



Encuentran al único superviviente, Matt , al cual Tom acepta cómo pupilo y cría cómo a un hijo. 15 años después, han conseguido tener el rancho mas grande del territorio, pero debido a la guerra y la situación precaria, Tom esta arruinado, Decide reunir sus 10.000 cabezas de ganado y llevarlas a Missouri dónde las pagan a un precio muy superior.



Las tensiones de un viaje de tres meses y el exhausto trabajo al que deben someterse, sumados a la paranoia enfermiza que hace presa en Dunson se va apoderando del grupo de hombres y provoca que Matt y Tom acaben enfrentados. Matt se hace con el rebaño para ir a Abilene, dónde se rumorea que hay un ferrocarril y el viaje sería mas corto. El terco y desquiciado Dunson es abandonado, pero jura venganza contra Matt.



“Matar y leer, matar y leer. Llenar el cuerpo de un hombre de plomo, meterlo bajo tierra y luego leer sobre la tumba. ¿Por qué cuando mata a un hombre a de pedir al Señor que le perdone todos sus pecados” dice Paul Fix (otro gran secundario!) en un momento dado del film. Esta frase resume la dura odisea a la que se enfrentan un grupo de hombres...


Una dirección perfecta, apoyada en un guión excelente y una fotografía impresionante (en blanco y negro) convierten al film en una obra maestra del género sin ningún lugar a dudas.



Unos secundarios de lujo cómo Noah Berry, Harry Carey (padre e hijo), John Ireland o Hank Worden contribuyen a redondear aún mas, si cabe, el resultado. Y si a eso sumamos una música a cargo de Dimitri Tiomkin, pues ya casi tenemos un 10... Un clásico del western imprescindible.



Merece la pena comentar una estampida que ocurre de noche y que resulta difícil de creer que se pudiera filmar algo así hace 70 años. Y unas escenas nocturnas con niebla incluida increíbles.


Algo parecido puede decirse de las imágenes, en la medida en que uno es capaz de analizarlas: si un brasero aparece en primer plano para, se diría, cerrar armónicamente la composición, y a la vez alejarnos, con un cierto pudor, de la ceremonia de un entierro, al cabo de unos segundos, John Wayne se acercará y recogerá el hierro para marcar que estaba apoyado en el brasero. Todo es fluido y funcional, todo parece a la vez fácil y lógico.



La naturaleza se muestra sólida y sin idealizar, incluso en los cielos llenos de nubes oscurecidas por el filtro rojo, los cactus, juncos y espinos que surgen en los bordes de un encuadre, la hierba alta que cruza el ganado...



Como ocurre en las historias para niños, esta nos habla de terribles verdades: el enfrentamiento entre un padre y su hijo, el peso de las decisiones incorrectas, la locura como un camino sin retorno para aquel que no se permite el descanso ni la rectificación; el desequilibrio de un mundo en el que la violencia es el único medio de expresión, y en el que no hay espacio para las mujeres, porque los hombres, orgullosos e infantiles, se niegan a reconocer que la noche dura lo mismo que el día, y que resulta mucho más angustiosa cuando uno está a solas con los fantasmas de su mente.


Río Rojo es algo más que un western clásico, es una historia épica, es la historia de Tom Dunson , que con la ayuda de un viejo y un joven consigue reunir en pocos años díez mil cabezas de ganado que debe transportar a través del estado en una travesía que no ha hecho nunca nadie. Pero "Río Rojo" es también una historia de traición y venganza, solo estropeada por una mujer, "Río Rojo" podría haber sido una obra maestra, podría haber tenido uno de los mejores finales que se recuerdan, pero incomprensiblemente Howard Hawks introdujo una mujer en una historia que no hacia falta y se acabó la venganza, la ira de Wayne aplacada por una mujer, quién lo iba a decir.

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Por: Xavi J. PruneraNota: 9

“Río Rojo” es, sin lugar a dudas, un grandísimo western. Pero no sólo por su calidad. “Río Rojo” es grande porque su historia también lo es. Y cuando una historia es grande y encima te la cuentan bien, pasa a ser una epopeya. En este caso, la de un hombre que luchó sin descanso por sus tierras y su ganado y que, en tan sólo catorce años, pasó de arrastrar un toro y una vaca sin tener donde caerse muerto a poseer más de diez mil cabezas y una hacienda que ya la quisiera la Duquesa de Alba.

La epopeya a la que me refiero, sin embargo, no es sólo esa. La epopeya a la que me refiero también acontece cuando ese hombre debe trasladar sus cabezas de ganado a lo largo de más de mil millas si no quiere perderlo todo. Una empresa verdaderamente heroica que sólo un mito del cine como John Wayne podría liderar con total y absoluta convicción. Y la lidera. Vaya si no. El problema sobreviene cuando los que lo acompañan no están a su nivel. A su nivel de tenacidad, osadía, severidad, fortaleza y certidumbre. Algunos a todo eso lo llamarán obstinación, tiranía o despotismo. Pero yo -tratándose de Wayne, o Dunson- lo llamaría, sencillamente, determinación. O fe. O, por qué no, cojones.

Nueve homéricos puntazos, pues, para un western en el que la aventura exterior es tan grande como la interior y en el que la legendaria dualidad entre los personajes encarnados por Wayne y Clift forma parte ya, desde hoy mismo, de mis mejores recuerdos cinematográficos. Ahí es nada.

(Reseña publicada por Xavi J. Prunera en FilmAffinity el 30-11-2011).

TRAILER: